martes, 6 de noviembre de 2012

"La Tiradera" de Enrique Bethencourt por la Huelga General


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"La Tiradera" de Enrique Bethencourt,


que se define en su propio blog como

Periodista y sobre todo ciudadano muy atento a la política y a sus consecuencias en la vida de todos. Y, especialmente, a todo lo relacionado con la Educación. Preocupado ante el creciente, e injusto, acoso a lo público.


Y este es su post del 5 de noviembre acerca de la Huelga Geenral del 14N:

No tenemos ninguna garantía de que el 14-N sea un éxito...Pero estamos obligados moralmente a plantar cara, a decir no.


Una Huelga General es una decisión muy comprometida, de mucho riesgo. Estoy seguro de que los sindicatos han tenido que dedicarle muchas horas de reflexión antes de decidir su convocatoria, la segunda en este terrible 2012 en que vamos lanzados hacia los 6 millones de desempleados. Abocados a ella por la gubernamental soberbia de una mayoría absoluta utilizada para afrontar una auténtica contrarreforma neoliberal en los más diversos ámbitos.

Y estoy convencido, también, de que los sindicatos y organizaciones sociales convocantes conocen perfectamente el grado de desmovilización social; el miedo de muchos de los que aún tienen empleo a secundar un paro por temor a las represalias de su empresario; el freno que supone, para muchos otros, un descuento que añadir a sus ya menguadas economías; el acomodo de otros cuantos pese a la mayor seguridad en sus puestos de trabajo; y hasta el escepticismo de los que creen que nada va a hacer cambiar la actitud y las políticas del Gobierno central.

La Huelga General constituye un gesto de rebeldía y dignidad frente a ataques permanentes.  Desde la “muy agresiva” reforma laboral, que ha facilitado decenas de miles de despidos y constreñido los derechos de los trabajadores, al conjunto de políticas económicas que generan más paro y más miseria, al tiempo que proceden a la voladura de los servicios públicos fundamentales.
Educación.
 La Educación, con los multimillonarios recortes de los últimos tres años, en el Estado y en las comunidades autónomas, que han debilitado a la escuela pública y que perjudican, especialmente, a los alumnos de entornos socioculturales desfavorables. Y que ahora pretenden rematar con una ley, la LOMCE, segregadora y clasista, a la vez que centralizadora y enemiga de la democracia en los centros, sobre todo de la participación de las familias.


 La Sanidad avanza aceleradamente hacia su completa privatización, desde el copago farmacéutico al anunciado de prótesis o sillas de ruedas, así como la puesta en manos privadas de hospitales y centros de salud. Acabando con un sistema universal que, con unos costos más que razonables, se encontraba entre los mejores del mundo.


 A la Dependencia le sustraen casi 500 millones de euros en dos ejercicios presupuestarios, las cuentas públicas estatales de 2012 y las de 2013, acabando de facto con una de las leyes más importantes de las aprobadas en estos treinta años de democracia. Y condenando a los dependientes y a sus familias, así como generando desempleo en un sector llamado a todo lo contrario.




 En las actuales circunstancias, y pese a que las razones para la protesta son más que justificadas, no es nada fácil garantizar un alto seguimiento de la convocatoria. Serán muchas las presiones y los temores.
Fiscalidad

 Pero la Huelga General es una imprescindible llamada de atención a los gobiernos y una forma de expresar que hay una parte significativa de la ciudadanía que reclama otras políticas. Que está convencida de que la actual austeridad solo está dañando a la economía, destruyendo empleo y poniendo bajo mínimos a unos servicios públicos que suponen un elemento de equidad social.

 Y que apuesta por otra vía: la de la solidaridad, la de la justa fiscalidad que posibilite que paguen más los que más tienen, la de batalla sin tregua contra el fraude fiscal y contra los vergonzosos paraísos en que algunos patriotas de pacotilla colocan su dinero.

 No tenemos ninguna garantía de que el 14-N sea un éxito. No tenemos ninguna seguridad de que con mayor o menor seguimiento estos gobiernos despiadados y ajenos al sufrimiento de sus pueblos modifiquen sus actuales políticas antipersonas. Pero estamos obligados moralmente a plantar cara, a decir no. A resaltar que no queremos ser cómplices ni asistir resignadamente al actual atropello de los más elementales derechos.



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